“Joaquín Pascual: El Trapecista de las Emociones”

En los pliegues de la historia del pop y el rock español,
encontramos a Joaquín Pascual, un artista cuya voz e instrumentos han tejido una red de electricidad emocional.

Desde los días tumultuosos de Surfin’ Bichos hasta su carrera en solitario, Pascual es un alquimista sonoro, fusionando la pasión con la poesía.

En los albores de los años 90, Surfin’ Bichos emergió como un cometa ardiente en el firmamento indie. Desde su base en Albacete, estos músicos desafiaron las convenciones y se sumergieron en las aguas turbias del rock visceral. Sus letras, a menudo inspiradas en pasajes bíblicos, resonaban como profecías. Su sonido era inconfundiblemente propio.

Cuando las olas de Surfin’ Bichos se retiraron, Pascual no se rindió. Junto a Carlos Cuevas y José Manuel Mora, de los Surfin', más Carlos Tonky Sanchez, fundó Mercromina. Aquí, el indie rock se volvía más crudo, con más distorsión. Las guitarras eran bisturís, las letras, vendajes para el alma. Mercromina no era solo una banda; era un estado mental, una forma de resistencia.

En su camino en solitario, Pascual se convirtió en un trovador urbano. Su último álbum, “Baladas para un Atraco”, (2023 DAD), es un compendio de confesiones nocturnas. Las canciones son como cables eléctricos que conectan su corazón con el nuestro. En cada nota, sentimos la urgencia de vivir, de resistir.

Joaquín Pascual es un trapecista de las emociones. Su legado es un circuito que nunca se apaga. En cada concierto, en cada acorde, nos recuerda que la música es más que sonido: es electricidad pura, es amor, que fluye a través de nuestras venas y nos mantiene vivos.